Hace un rato que no escribía por aquí, es que de seguro notaron que se
está realizando uno de los eventos más importantes del mundo que llega con frecuencia
de año bisiesto. Y eso ha acaparado mi atención junto con la de muchos otros
millones de personas. La copa del mundo. Y si bien el mundo de la cultura
(sobre todo el de la literatura) riñe a porfía con el del fútbol (de seguro
porque le hace competencia), para lo que va de este blog es una manifestación
más de la cultura y un extraordinario ejemplo de lo que en otro artículo llamamos cultura de
masas/popular.
Pude haber elegido los comic, el cine, el internet. Pero el fútbol y el
mundial es el carnaval más grande e importante, es también el mayor ejemplo. Y
el mayor a todas luces. La FIFA reúne más países que la ONU. Pero ¿qué tiene
este deporte que genera tantas pasiones?.
El juego más popular del mundo
Mi teoría personal es parecida a lo que Galeano llama “esa constante posibilidad
de lo incierto”. El juego es muy simple e intuitivo. Todos son capaces de
jugarlo con muy pocos elementos (de niño me bastaba una basura cualquiera que
sirviera de balón y sin arcos y amigos la diversión estaba asegurada). Es un
juego en que el promedio de goles es 2,7 por partido, siento el marcador 2-1 el
más común. Es decir la diferencia de goles o la superioridad de un equipo sobre
el otro, hace poca diferencia en el marcador. A diferencia de otros deportes en
que los puntos llegan rápidamente a las dos cifras, en el fútbol son más
escasos y cada gol se grita con el alma. En el fondo, cuando dos rivales se
enfrentan en cancha la victoria es siempre por poco y hay demasiados factores
azarosos. Eso mantiene la “esperanza viva”, la ilusión constante de vencer a
los poderosos, siempre son 11 contra 11.
Esa es otra secuela del fútbol. Genera ese efecto de identificación con el
equipo, ya sea del barrio o la selección nacional. Las camisetas y los colores
son absorbidos por las hinchadas en un juego constante de división y
unificación de las identidades al estilo de la segmentación de tribus. Los
rivales se abrazan y separan. Y Sí, las rivalidades políticas se manifiestan y
es terreno donde las disputas de otros terrenos son compensadas. El ejemplo clásico
es “la mano de Dios” de Maradona. Y es justamente este el terreno que abre las críticas.
La revancha fue para el pueblo argentino en aquel partido del mundial 1986
en México tras la guerra de las Malvinas. Ganar ese partido significó una
compensación moral para Argentina. Y esa es la crítica más dura al fútbol. Como
éste deporte ayuda a crear satisfacción con los sistemas políticos-económicos y
con ello a su conservación. Esta es la
tesis de lo que podemos llamar “el pan y el circo”, distrayendo y encausando
las frustraciones de miles en un terreno simbólico. Ser campeón de fútbol es
una victoria moral. ¿Solucionó España su crisis tras salir campeón en Sudáfrica?
¿Brasil solucionó su desigualdad y pobreza tras ganar 5 campeonatos?.
La mafia más popular del mundo
No me cabe duda de que existe un aprovechamiento político de una de las
pasiones más desatadas de la humanidad, donde pese a una corrupción bastante
extendida entre sus instituciones y la cantidad de dinero astronómico que
mueve, sigue operando una de las organizaciones más cuestionadas del mundo: La
FIFA.
Pero seamos justos. La FIFA es una organización internacional que no tiene
fines de lucro pero que maneja un negocio bastante abultado. Pero lo maneja a
un nivel bastante complejo, el de las identidades nacionales. La FIFA es el árbitro
y es titánica la tarea de dejar a tantos intereses conformes. Cualquier error
es considerado una falta a la neutralidad y “el árbitro está comprado”. Además
siempre es factible ahogar frustraciones de lo que no se dio en la cancha,
culpando al árbitro.
Ejemplo de la manipulación política del Mundial. En este caso la FIFA no tiene la culpa, |
Además hay otro factor que llama a la corrupción. El flujo de dinero que
maneja. Y eso lo vemos en los multimillonarios pases que pagan los grandes
clubes por el fichaje de talentosos jugadores. Una industria que se vio
inalterada por la crisis económica que aun azota Europa, el principal comprador
de jugadores. La “inmoralidad” de tales clubes estaba a la altura de los bancos,
que vieron sus actividades ininterrumpidas a pesar de las olas de cesantes. No
cabe duda que sea de interés para cientos de latinoamericanos (los principales
exportadores de jugadores) como una forma de salir de la pobreza, alcanzar un
sueño, dejando atrás a millones de compatriotas.
El enfoque clásico de la Escuela de Frankfurt sobre la cultura de masas nos
mostraría esta cara del fútbol. Como una manipulación e idiotización de las
masas para mantener su conformidad. Darle una vía de escape a las presiones
sociales y continuar el sistema. Y aplica para cuanta obra cultural masiva
exista: La televisión, el cine, la literatura de masas, contándonos historias
donde el héroe vence a los poderosos mientras que en la realidad siguen siendo
abusados. Pero hay que entenderlo bien. La teoría de los efectos limitados nos
devuelve la posibilidad de la gente a reaccionar y ve como la manipulación no
es perfecta. Las manifestaciones en Brasil dan cuenta de ello. La frustración
de un pueblo que vio como recursos necesarios en otras áreas, con tanta
miseria, era gastada en gigantescos estadios, inútiles tras el mes de mundial
(como el cuestionado de Manaos).
Un partido por el mundo
El mundo se pregunta que ocurrirá ante una eliminación prematura de Brasil en el mundial (como estuvo a un travesaño de suceder en el último partido con Chile). Los ánimos políticos están encendidos y las frustraciones se pueden acomular para el penta-campión si vuelve a perder en casa (como en el 50). Si, señor, puede que a usted no le guste el fútbol y desprecie todo el ruido que le genera este mes en particular, pero en Brasil hay una bomba social de tiempo de 90 minutos que el técnico Scolari y su equipo tiene que desactivar cada partido, eso puede llamarle la atención.
Es posible que el descontento social en Brasil distorsione el evento mundialista y lo interrumpa. Lentamente se han estado revelando escándalos (Como la re-venta de entradas por parte un alto puesto en la FIFA) al mismo tiempo que la represión policial ha hostigado a la población local hasta el cansancio (dejando incluso muertos detrás), buscando paradójicamente ofrecer seguridad durante la fiesta. Con Brasil eliminado, el habitante diario de Brasil tendrá menos interés en la copa del Mundo y mucha más frustración para poner en las protestas en las calles.
Es posible que el descontento social en Brasil distorsione el evento mundialista y lo interrumpa. Lentamente se han estado revelando escándalos (Como la re-venta de entradas por parte un alto puesto en la FIFA) al mismo tiempo que la represión policial ha hostigado a la población local hasta el cansancio (dejando incluso muertos detrás), buscando paradójicamente ofrecer seguridad durante la fiesta. Con Brasil eliminado, el habitante diario de Brasil tendrá menos interés en la copa del Mundo y mucha más frustración para poner en las protestas en las calles.
Obviamente la apuesta del gobierno brasileño es dejar a su seleccionado en la final, eso les compra tiempo para cumplir sus compromisos con la FIFA. Por lo demás, el descontento social puede ser absorbido por el gobierno de turno- destituyendo autoridades- pero puede seguir conservándose el sistema con un nuevo gobierno que prometa cambios. Sin embargo, se abre una ventana para la negociación. Ahí todo dependerá de que tan grande es la organización de la gente y su descontento se pueda encausar en cambios profundos. Pero si la "bomba social" estalla antes, eso puede arrasar con la FIFA también. La interrupción del campeonato puede poner en serias dificultades a su organizador. De safar, tendría que sacar a su más cumplidor fan (Brasil ha estado presente en todas las ediciones) de las próximas competencias, exacerbando la frustración brasileña.
De seguir normal y llegar a puerto, el mundial ilusionará con la victoria a sus más fervorosos fanáticos, disfrutando la emoción de esa eterna posibilidad, ese equilibrio precario que siempre ilusiona con una victoria y el grito desaforado de gol. Hoy el equilibrio precario es más que una metáfora.
De que el fútbol es lindo y liberador, no hay duda, pero que es turbio y corrupto tampoco. Es un gran reflejo de nuestra humanidad. No le podemos pedir que cambie el mundo, habría que cambiar al mundo primero. Pero quien sabe, quizás un partido podría ser el puntapié inicial de una victoria mucho más gratificante.
Recursos:
Eduardo Galeano, 1995, Fútbol a sol y sombra.
Zubieta, Ana María, 2000, Cultura popular y cultura de masas: conceptos, recorridos y polémicas.
During, S, 2005, Cultural Studies A critical introduction.
http://www.iffhs.de/
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