domingo, 16 de marzo de 2014

Crimen y cultura: 4 Efectos de la Pena de muerte


Para resolver conflictos los seres humanos utilizan varios medios. Pero uno especialmente polémico, antiguo y drástico: la pena de muerte. Si bien los crímenes son una situación universal, los castigos, así como la ley o la norma social varía de cultura a cultura.

En grupos pequeños basta la sanción y presión social para resolver conflictos, mientras la violencia es más comúnmente usada para resolver conflictos entre grupos que al interior de los mismos. Normalmente los conflictos entre grupos se resuelven con los litigios de sangre, donde las ofensas son de orden colectivo antes que individual y se trata de vengar una muerte por muerte, lo que genera una escalada de violencia (piensen en Romeo y Julieta). Pero en sociedades numerosas con organización formalizada, como un Estado, los conflictos entre individuos son más comunes, de ahí que se instauren códigos formales dirimidos por autoridades, aunque no es siempre el caso. Ante estas situaciones la pena más común es la de muerte.

 En gran parte, cuando no existe mucha especialización, la posibilidad de organizar prisiones no es una opción real. El código de Hammurabi (el famosos "ojo por ojo") promovía esta pena, cuya máxima expresión se conoció en Atenas con el código draconiano, en el cual era el único castigo para cualquier crimen, por más pequeño que fuese. Otras veces conductas sociales criminalizadas como el adulterio eran objeto de pena de muerte colectiva, como el apedreamiento. Pero en la medida que las posibilidades sociales, como la especialización, se han acentuando, se restringe cada vez más el uso de la pena de muerte. Sin embargo, es aun una práctica usada en varias partes del mundo.



Mapa de la pena de muerte: en rojo países con pena de muerte; naranja, con pero no se ha usado; verde, abolida con excepciones (como en caso de guerra); azul, completamente abolida.

Respuesta social y polémica



En la medida que estos sistemas se racionalizan y se vuelven más específicos el uso de las penas se vuelve más diverso y permite la especificidad de las condenas (atenuantes y agravantes). Ello, sumado a la aparición del humanismo (la valorización del ser humano), ha contribuido a disminuir cada vez más el uso de la muerte como castigo. Sin embargo, sigue siendo un método popular y está en el centro de la polémica si es posible abolir o no del todo esta pena.


Según los criminólogos la respuesta social ante crimines graves despierta reacciones emocionales y punitivas en la gente, es común que se pida la muerte como castigo máximo o como para dar fin a lo que parece no tiener solución. El argumento es individual y emocional: "si a ti te matan un pariente ¿Qué pena querrías para su asesino?" o "No hay rehabilitación posible con ese tipo de gente. Sólo queda la muerte". Pero ¿puede un sistema penal basarse en respuestas emocionales?

Los argumentos a favor y en contra son muchos, especialmente desde el lado moral. Si es correcto o no tomar la vida de una persona en nombre de la justicia o si aquello es simple venganza. Sin embargo prefiero centrarme aquí los argumentos prácticos.


1- Castigo, retribución, tratamiento y prevención.


Una pena es posible caracterizarla según la penología como una restitución de la ley y para ello la pena se justifica al cumplir 4 elementos: Castigo, retribución, prevención y tratamiento.

Castigo: como castigo la pena de muerte es muy eficaz. Se reducen las posibilidades de escape, para la mayoría de los contextos es relativamente fácil de aplicar.

Retribución: Cuando el crimen tiene víctimas la retribución puede calmar la frustración emocional del daño, pero en general la muerte no es retributiva y puede aumentar más el daño. Por ejemplo: se mata al asesino de un padre de familia. Su muerte no traerá de vuelta a la vida a nadie, pero arrancara otro ser querido a la familia del asesino.

Tratamiento: No hay posibilidad de rehabilitación de un criminal a través de la muerte salvo que se tengan creencias esotéricas-religiosas y sea buen karma.

Prevención: Es posible, aunque no hay datos claros al respecto, que la pena de muerte evite que ciertos criminales reincidan. Las tasas de reincidencia son altas y un criminal menos es un criminal que tiene probabilidad 0 de reincidir (claro esta, esotéricos de nuevo, nos pene desde el más allá). Aunque esos datos son confusos porque la alternativa a la pena de muerte suele ser la cadena perpetúa y suele cumplir el mismo efecto. Por otro lado existe una fuerte discusión sobre los efectos de la pena de muerte en la disuasión de crímenes.


2- Disuadir asesinatos y otros crímenes


La justificación más intuitiva a favor de la pena de muerte es su efecto disuasorio sobre quienes cometen crímenes castigados con esta pena. En Estados Unidos el debate es sobre su efecto en homicidios.

Según estudios de M. Summers (2007) Paul H. Rubin (2006) y Hashem Dezhbakhsh y Joanna Shepherd (2003), declaran que existe una correlación estadística entre las ejecuciones y la disminución de asesinatos.

Sin embargo según John J. Donahue (2005) en su artículo "Uso y abusos de la evidencia empírica en el debate de la pena de muerte", estos y otros artículos fallan al hacer relaciones estadísticas espurias y demuestra como otros factores tiene mayor influencia sobre la cantidad de homicidios. Como confirma Jeffrey A. Fagan, Profesor en Columbia University (2006), no son metodológicamente rigurosos, por ejemplo relacionan homicidios con sentencias sin considerar población y otros factores. Estudios de Tomislav Kovandzic (2009) y John Lamperti (2010) Manifiestan que no hay ningún tipo de relación estadística significativa entre el ratio de asesinatos y las ejecuciones. Es más, Daniel S. y John V. Pepper (2012) informan que no hay información concluyente sobre relación entre la pena de muerte y el índice de criminalidad.

Esto parece ser la opinión generalizada entre los criminólogos. Según el sociólogo Michael L. Radelet (2009), el 88,1% de los especialistas creen que no evitan los homicidios, o al menos no de forma más significativa que el que genera la cadena perpetúa. Para muchos también el efecto es el contrario. La pena de muerte aparentemente sube la tasa de homicidios.

Tasa de homicidios Estado en EEUU. La tasa de homicidios es en promedio menor en los Estados sin pena de muerte.

Un argumento a favor de la pena de muerte –basado en la teoría de elección racional - establece que el criminal al calcular sus costes/beneficios evitará cometer crímenes (ya que la pena podría considerarse como pérdida total). Sin embargo, al extender este análisis según los datos, la situación es que el crimen no reviste ningún cálculo (o no la mayoría), aunque por el contrario, si lo hace el de la elución de la pena lo que puede aumentar la violencia. El homicida tras el crimen intentará por todos los medios de evitar su condena, como esta ya no puede ser recrudecida, nada le impide cometer otros homicidios para evitar la justicia, mientras que si la condena es el encarcelamiento existe la posibilidad de reducir la condena si es que se entrega o al menos no alargarla aún más.

3- Legitimidad de la violencia



Otra posible explicación es la legitimación de la violencia. Según los antropólogos Carol y Melvin Ember, una cultura puede estimular el uso de la violencia entre sus individuos según como ésta actúa en su conjunto. Una sociedad que constantemente va a la guerra puede tener también índices de criminalidad y violencia más elevados. Este sería el caso en Estados Unidos, país que tiene los índices de criminalidad y homicidios más altos entre los países desarrollados. Analistas atribuyen ésta situación a la tenencia individual de armas y la política exterior del gobierno americano que ha estado en guerras constantes desde su independencia. Pero ¿cómo opera este efecto?

Básicamente el Estado es una fuente importante de legitimidad y una referencia en el actuar de sus ciudadanos. Cuando un Estado utiliza la pena de muerte el mensaje que entrega es que matar es una forma legítima de resolver conflictos. El Estado actúa también con el ejemplo que da y al reclamar para sí una facultad que niega a sus ciudadanos, es posible incurra en una contradicción, sobre todo si la fuente de su legitimidad, como es caso norteamericano, son sus propios ciudadanos (a través del voto).


4 -Costo económico de la pena de muerte y la encarcelación.



Una última consecuencia es el costo que tiene la aplicación de esta pena. En general la decisión de quitar una vida es cada vez más polémica y en consecuencia los juicios en que ésta pena es impartida suelen ser sumamente largos a fin de evitar errores, ya que es una condena irreversible, además eso motiva a las partes a llevar a los juicios hasta las últimas instancias de apelación. El resultado es un juicio caro.

Según un estudio del Juez A. Alarcon y la Académica P. Mitchell (2011) en California, los juicios que derivaron en penas capitales desde 1978 le costaron al Estado más de 4 mil millones de dólares. Según los autores la abolición de la pena podría salvar más de 170 millones por año. Mientras que la Comisión por la administración justa de justicia (2008) determinó que el costo actual del sistema era de 137 millones anuales, mientras que el reemplazo de las condenas por cadenas perpetuas significaría un costo de 11,5 millones por año. Barato ¿no?

Fuentes:
Marchiori, Hilda, 2004, "Criminología: teorías y pensamientos"
Brown, Esbensen y Geis, 2013, "Criminology: Explain crime and its context"
Ember y Ember, 1994, "War, Socialization and interpensonal violence"
deathpenalty.procon.org/view.answers.php?questionID=000983
http://www.deathpenaltyinfo.org/costs-death-penalty

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