viernes, 29 de agosto de 2014

Desde la vereda de enfrente: Culturas del trabajo

Sin duda viajar nos abre la oportunidad de conocer realidades sin tanto prejuicio, nos despierta la imaginación y nos hace reflexionar. Personalmente, me gusta resolver esos pequeños enigmas culturales que pueden verse magnificados cuando uno contrasta realidades en diversas provincias, regiones, países.

Observar detalles


Siempre me ha llamado la atención como los diferentes países resuelven los problemas cotidianos. Especialmente si no tiene mucho que ver con el dinero que un país tiene. ¿Qué nos dicen esos pequeños detalles? Esto es una pequeña ingenuidad sobre lo que pisamos día a día. Las calles y las veredas.

Pero volviendo atrás ¿De dónde viene un interés por algo tan mundano?

La historia quizás comienza con mi ciudad natal y el mosaico que constituye sus veredas. Diversos diseños de baldosas recorren sus calles, todas ellas, sueltas o faltantes. Tal irregularidad no podía sino ser el comburente de muchos accidentes y esguinces, al punto que de corrió el rumor de que la municipalidad local pagaba más en demandas de las personas accidentadas que lo que costaría la reparación de todas las aceras.

Vergonzosa vereda de mi ciudad, Concepción.
Teniendo ello de base, no pude dejar de sorprenderme al conocer las calles en las ciudades peruanas en mis primeros viajes. Las veredas me parecían hermosas. Era como si su robustez las hiciera más reales. Y eso me hizo intrigarme de cómo una ciudad industrial, como la mía, que incluso producía todos los materiales de construcción para el resto del país, no podía lograr lo que ciudades dedicadas al comercio, la pesca o el turismo, hacían tan bien. Definitivamente no era un tema de recursos.
Perfectas y robustas calles de Arequipa, Perú

La decepción del primer mundo.


Habiendo nacido en el tercer mundo, siempre sentí curiosidad por experimentar la vida del primero. Quería descubrir por mi mismo esa deslumbrante promesa de un mundo mejor el cual es la meta de todo país en desarrollo, esa deslumbrante realidad futuresca por lo que todo esfuerzo vale la pena y de donde vienen tantas comparaciones y ejemplos. Quería descubrir la perfección escuchada en sus detalles, en sus veredas. Pero que decepción de primer mundo.

Hay que hacer la salvedad. Toda gran ciudad que apueste por recibir visitantes proveerá el suelo de los más bellos paseos, azulejos, cerámicos, baldosas, alineados y bien instalados. Pero son una excepción en un gris mundo moderno que cava el suelo para llenarlo de bermas y caminos. Y mi comparación es con la calle corriente de barrio. Esa que transporta a una persona cotidianamente de sus quehaceres hasta su refugio y viceversa, en una situación promedio, en un ingreso moda, el más común.

Y en esa situación las calles del primer mundo no brillaban, al menos no en una primera impresión. Eran extremadamente simples, un volteado de asfalto, tosco, plano, desbordado hasta los limites. Pero brutalmente eficientes y eficaces. Era barato y simple. Funcional y fácil de reparar y modificar. Y en general eso se repetía en uno u otro país.
Sencilla calle en Hastings, Nueva Zelanda, olviden el pasto que allá crece gratis.

Mientras que volviendo a Tailandia o Brasil, las veredas tenían mucha más robustez y complejidad (a decir verdad no existen las veredas en ambos países, salvo en calles mayores). Incluso en Brasil extensos paseos por toda la ciudad (si, sé que esto se escapa de la muestra original) era hechos de mosaico. Un mosaico en el piso es fácil para perder piezas y generar agujeros, muy al estilo de mi propia ciudad. Es además un trabajo muy laborioso.

Pista de obstáculos o vereda de Bangkok, Tailandia
Laborioso y destruido mosaico en Salvador, Brasil.
Entonces, ¿cómo era posible que países relativamente pobres (o de ingreso medio) gastaran tantos esfuerzos (y recursos) en veredas que requieren trabajo intenso y demandante, mientras que otros asuntos son desatendidos o el trabajo es incompleto? Por otro lado, que países más ricos dieran una solución más simple y menos trabajosa? (Excepciones: Alemania y Los Países Bajos).

Veredas en un barrio de Estocolmo, Suecia
El estilo británico de calle, Greenwich, Reino Unido.

¿Resolviendo el enigma?


Los primero que pensé fue descartar odiosas diferencias entre países ricos y pobres, del tipo: "algunos son más trabajadores que otros". Lo cierto era que algunos tenían estímulos diferentes y organización diferente. Entendí algo importante sobre el trabajo, nadie quiere hacerlo. Y en el fondo nadie sueña con construir veredas y eso puede ser una verdad universal. Preferiríamos hacer este tipo de cosas con el menor esfuerzo posible y lograr los más amplios beneficios. En el fondo, la productividad bien entendida no sería trabajar más (cosa que nadie quiere) sino hacer más en menos tiempo. Efectivo y eficaz. Y entonces, ¿por qué algunos no lo hacen?.

Entonces como segunda cosa elimine la odiosa diferencia del tipo: "algunos son más listos que otros" y resolví que algunas "organizaciones son más racionales* que otras". Supuse entonces que hacer veredas era algo racional para algunos: "mientras sea útil y signifique menos trabajo, mejor". Mientras que para otros el trabajo significaba otra cosa. Me parece en algunos países el trabajo consiste en hacer mucho, sin importar cuan productivo seas, por tanto hacer algo más laborioso, sin importar cuan efectivo o eficiente sea tiene otros tipos de réditos. Imaginé que quienes toman las decisiones sobre hacer veredas intentaban demostrar algunos valores culturales sobre el trabajo a través de ellas, demostrar calidad y robustez en las obras públicas o quizás para dar trabajo por más tiempo, lo que puede verse como una forma de "clientelismo político". También por corrupción. Imagino que una municipalidad le es más fácil justificar el pago de sobre-precios a un amigo/socio/soporte, si es por una vereda mosaico, que por una de simple y funcional asfalto. No me hubiese sorprendido entonces el caso de que dichos trabajos duraran lo mismo que un periodo electoral.

Y claro, no mucho después de llegar a esa conclusión estalló un  polémica sobre corrupción con los fondos municipales de mi ciudad. Entre los dineros en cuestión: Pago de sobre-precios de veredas.

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*Max Weber, sociólogo alemán, describió estos tipos de organizaciones. Las primeras como sistemas políticos estables "racionales-legales" y las segundas como "carismáticas"; que dependen de un líder y son más inestables; por ello los lideres deben comprar el apoyo de sus clientes para asegurarse su continuidad.

Estos conceptos fueron tomados por Neo-institucionalistas como Acemoglu y Robinson para explicar que los gobiernos toman malas decisiones económicas, porque son buenas decisiones políticas. Como el interesante caso de la fábrica Kumasi de zapatos de Kwawe Nkrumah en Ghana: página 79.

En nuestro caso de las veredas, sería la organización (social, política, económica) de los países/comunas lo que marca la diferencia y marca también esas preferencias culturales. En este caso la organización política y sus decisiones se orientan a conservar la estructura, antes que a solucionar problemas. No significa que todas las decisiones sean del tipo "carismático". Así como en las organizaciones racionales también existe en algún nivel, clientelismo, en las carismáticas también hay decisiones racionales. Pero para mi ciudad, claramente las veredas no es uno de esos temas.

Recursos:

Acemoglu y Robinson, 2012, Why nations Fail
Ritzer, George, 2002, Teoría sociológica moderna: Weber, Max, La política como vocación





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